Cuando pensamos en qué es una adicción, lo primero que nos viene a la mente son las drogas o el alcohol. Es cierto que son las más conocidas, y las que, debido a su consumo, pueden dañarnos físicamente, produciendo un deterioro, sobre todo cerebral, que nos lastre para el resto de nuestra vida.
Pero hay otra adicción “silenciosa”, que tristemente no se le da toda la importancia en los medios de comunicación, ni en la sociedad en general, que es la ludopatía. ¿Y qué es exactamente? Si nos guiamos por lo que dice la RAE es “Adicción patológica a los juegos de azar”. Es una definición muy clara, concisa, pero también muy simple. La ludopatía es mucho más.
Sé lo que estarás pensando, ludópata es aquel que juega a las máquinas tragaperras, al bingo, a las apuestas deportivas, e incluso a la lotería nacional. Es lógico, pero cuando se empieza a profundizar observamos que es mucho más. Que tristemente está mucho más cerca de lo que nos parece.
Ludopatía es todo aquel juego, que ya intervenga tema económico o no, crea una dependencia tal que esté enganchado psicológicamente, teniendo una necesidad constante de jugarlo, y cuando no lo hace se siente vacío. Esta situación puede afectar a sus relaciones personales, sociales, y en definitiva a su vida.
Hay muchos tipos de ludopatía, se puede llegar a hablar de videojuegos, juegos de rol, incluso a las criptomonedas, tema de moda últimamente. Aquí explican muy bien en qué consiste cada modalidad.
Esto no quiere decir que, si alguien juega al rol, a algún videojuego, o haga una apuesta o inversión online, sea ya un ludópata, ni mucho menos. Tampoco alguien que bebe una copa de vino al día, o incluso dos, será por ello alcohólico. En un ludópata hay muchas causas detrás, es un enfermo, igual que otras personas tienen otro tipo de enfermedades, el ludópata ha perdido el control para decir “hasta aquí puedo llegar”. Su cerebro ha sido “entrenado” a lo largo de sus experiencias de vida, y los distintos momentos en el que ha jugado, para que no tenga freno. Su área de “recompensa” ha aprendido que con el juego se siente bien, activo, incluso llega a necesitarlo para ello. El problema es que una vez aprende eso el cerebro, nunca jamás lo va a olvidar. Al menos hasta ahora la ciencia no ha avanzado lo suficiente en ese aspecto para que algún día se pueda lograr que el cerebro se “cure”, y en este caso pueda olvidar ese llamado “efecto memoria”.
Por eso un ludópata no puede salir solo de su adicción. Tampoco se cura, se rehabilita. Pero para ello tiene que realizar cambios profundos en su vida diaria, tiene que psicoanalizarse para saber cuándo su cabeza hizo “clic” y empezó a ver el juego como una forma de vida, y sobre todo tiene que ganar en autoestima, porque un jugador, que comienza su rehabilitación, con total probabilidad va a tenerla por los suelos. El apoyo familiar y de amigos, junto con el tratamiento psicológico y terapéutico, son muy importantes, imprescindibles, pero es el afectado el que tiene que valerse por sí mismo, y no depender de las opiniones de los demás, aprendiendo a discernir entre lo que es un consejo y lo que es una opinión externa que intente “meterse en su vida”, creando una influencia que impida a la persona tomar sus propias decisiones.
En definitiva, la ludopatía no es la causa de los problemas del afectado, al contrario, es la consecuencia. Es un camino largo, duro, y con renglones torcidos, pero con firmeza, tenacidad, y sobre todo apoyo, es posible controlar dicha adicción y rehabilitarse completamente.
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